Desde que el ser humano tiene conciencia de su fragilidad, ha buscado algún tipo de protección o ayuda que le prevenga del mal y le aporte seguridad frente a los innumerables peligros que le aguardan en su existencia. Todas las culturas de la Antigüedad han dejado manifestaciones de esta preocupación eterna.
El pueblo romano era, por naturaleza,
tremendamente supersticioso:
La palabra superstición, en la antigua Roma, significaba «superstatio», es decir una ubicación superior de los dioses, que están por encima de los hombre y que comunican su voluntad. La señal más temida era el rayo de Júpiter.
Algunos ejemplos de supersticiones romanas son:
-El rayo funde el dinero en una bolsa que deja intacta, serpientes y demás animales, cuyo veneno es mortal, una vez alcanzados por el rayo, pierden la ponzoña.
- Los romanos estaban convencidos de que los genios malos penetran en los cuerpos humanos y los inflan tres veces. Para cerrarles la entrada, en forma preventiva, recomendaban los sacerdotes comer una cebolla o ajo cada mañana, hortaliza divina. La gente creía firmemente en esto
-Los niños temblaban por Mormo y Lamia. Mormo era un ser fantástico cuyo nombre era suficiente citar, para hacer sumisos a los niños más traviesos. Las Lamias, según la aterrada creencia infantil, eran crueles brujas, que devoraban vivos a los niños revoltosos y desobedientes.
- El romano no temía la muerte, pero sí lo aterraba pronunciar la palabra. Por ello, nunca decían que «murió o murieron», sino preferían decir que «vivió o vivieron».
- Sobre todo por la mañana, evitaban cuidadosamente el encuentro con un cojo de pie derecho, y aconsejaron a «quien al salir de su casa vea a un eunuco o a un mono, debe regresar al momento».
-Para los romanos era de mal augurio era si un perro negro quería entrar en la casa; o si una liebre cruzaba el camino.
- Una rara clase de superstición era la creencia de que los dioses descargaban su cólera contra las ropas colgadas y enviaban a sus dueños infortunios y calamidades.
Según Plutarco la superstición en Roma era como las aguas, que se van siempre hacia lo más bajo y abatida llena el ánimo de miedo. Este terror lo consideraron como cosa muy necesaria, porque quisieron que el hombre temiese a un ser superior a él.
Por medio de este miedo la religión quería aterrar a aquéllos, que solamente por temor se abstienen del mal, y para eso puso sobre nosotros un dios vengador, armado constantemente con sus rayos, y manteniendo en alerta a un ejército de demonios.
Según Séneca, la antigua religión romana era muy supersticiosa, y es muy cierto porque con demonios e infiernos infundía espanto y temor en los creyentes, y de este insensato miedo nació la superstición.
La superstición sobrevivió a los romanos y parece ser perenne como los tiempos.
Eva Jiménez Jaén.
http://www.analitica.com/bitblio/mehesz/mundo2.asp#LaSupersticionRomana
sábado, 13 de diciembre de 2008
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1 comentario:
Me interesó tu escrito, me encuentro inmersa en un proyecto de investigación relacionado a este tema, ¿Podríamos intercambiar bibliografía?
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